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Observando en Guadalcázar, fun, fun, fun!

Como no sabemos hacer las cosas bien, hemos empezado nuestro viaje hacia el sur conduciendo hacia el norte. Pero qué quieres, si México es un país que te pone patas arriba y que no queremos dejar de conocer. Resulta que aparte de mirar las estrellas, fotografiarlas y dibujarlas, nos encanta subirnos por las paredes, así que hemos trazado nuestro recorrido de montaña en montaña, buscando los mejores sitios para escalar en Jilotepec, Bernal y Guadalcázar.

Un robado-posado en el parking de Bernal. Absolutamente improvisado

En Bernal estuvimos tan a gusto que nos quedamos una semana entera, en parte por sus paredes y en parte por sus quesadillas y gorditas. De hecho las dos primeras cenas nos salieron gratis, la primera cortesía de Adam y Holly, dos escaladores a los que dimos ride desde Jilotepec, y la segunda a cargo de Lalo y Eduardo, dos chavos geniales a los que rescatamos en la Peña.

Una de las mejores cosas de viajar así, conociendo gente por el camino, es que en buena medida son ellos los que acaban modelando tu recorrido. Si no fuera por una conversación en Jilotepec (mil gracias, Claudio) nunca habríamos parado en Guadalcázar, que ha resultado ser un lugar encantador del que nos vamos con pena. Llegamos aquí por sus cuevas repletas de estalactitas y nos quedamos por sus Posadas.

La virgen de Guadalupe en el portal de Belén. Más o menos.

Desde nueve días antes de Navidad, cada noche una casa distinta da cobijo a la Virgen, en recuerdo al peregrinaje que debió hacer antes de dar a luz (A todo esto, ¿alguien ha visto alguna vez una virgen embarazada?). Este trajín divino sirve de excusa para que todo el pueblo se junte en la casa de turno, que celebra el honor de ser la anfitriona de tan excelsa preñada tirando la casa por la ventana. Atole y tamales para todos, mariachis, fuegos artificiales... ¿cómo no íbamos a estar nosotros ahí?

Mariachis y tamales, la mejor combinación

El caso es que nos sentimos tan bien, tan parte de todo aquello, que a la mañana siguiente fuimos a la escuela a organizar una observación, sobre todo, para los chavales. Y dos noches más tarde, superando la competencia feroz que supone la oferta de comida y bebida gratis en la Posada, pudimos observar la luna, la nebulosa de Orión, Andrómeda...

La cara de Sebastián al mirar por primera vez, gritando no manches! es la clase de cosas que venimos buscando. Un buen grupo de chicos y chicas, algunos con sus familiares, flipando con un telescopio, haciendo las preguntas más certeras, descubriendo cosas que, según nos contaba un padre al día siguiente, les habían marcado hondo.

Otro robado. No hay forma de deshacerse de los paparachis

Y nosotros, cansados y sin piel de tanto escalar cuevas, nos vamos tristes pero satisfechos de Guadalcázar. Y muy contentos de pasar la Navidad con David, que es nuestra familia aquí, y que está deseando tomarse la revancha al billar. Bon Nadal i bones festes!

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